Viejas historias, reales y sorprendentes.
Nicolás Maduro, de nuevo, nos sorprende. Esta vez con las estrategias que -dice- hizo Deng Xiaoping (un antiguo líder supremo de la República Popular China), quien recuperó -después de 100 años- Hong Kong, y abrió la puerta a la entrada de capitales extranjeros.
A Nicolás Maduro se le ha ocurrido que determinadas zonas de Venezuela sean paraísos fiscales. ¡Así de simple! Isla Tortuga, La Guaira, Puerto Cabello, isla Margarita, y la península de Paraguaná (esa ‘cabecita’ que tiene Suramérica). Zonas especiales, zonas francas para atraer a los dólares, para que la gente lleve dinero.
Nos parece que esto es un proyecto que, en principio, está verde, pero… Algunos le han preguntado por qué no da esas facilidades al capital venezolano que aún está en el país (y que, por cierto, hace una ostentación muy grande: casinos, discotecas, bingos, ferraris… Algo absolutamente impresentable).
La nueva ideología de Maduro es imitar a la RPC, queriendo imitar un estado semi-medio comunista, pero, a la vez, crear un estado de libre inversión.
Evidentemente, teniendo en cuenta cómo está la situación en Venezuela, los inversionistas no se animan mucho ahora mismo. Maduro quiere imitar el modelo, con lo que ello supone para la economía de un país, pero el capital inversor, de entrada, no está muy entusiasmado.